Entrada doce: Recuerdo (El corazón)

Carolina A.

10/4/2025

a piece of lined paper with red lines

Recuerdo (El corazón)

Carolina A.

Entrada doce:

Esta imagen de Frida me acompaña desde hace tres años, pero hoy, de manera inesperada, ha cobrado un sentido para el que no estaba preparada.

Lo primero que me llama es la firmeza de la figura central frente a la extrañeza que la rodea. Antes de detenerme en los símbolos, me impresiona su actitud: llora, pero su rostro no muestra solo tristeza, sino serenidad, resignación… incluso bondad. Es fuerte, en el mejor de los sentidos.

De un lado, representado en la niña, aparece el pasado: la infancia, los traumas, las pérdidas, el accidente, todo lo que la quebró. Del otro, una presencia violenta y cercana: una figura que la atraviesa con una espada en el corazón. Un recordatorio constante de un dolor que quisiera mantener a distancia, pero que nunca desaparece.

Lo conmovedor es que ni esa niña ni ese lado adulto que la hiere tienen pies. La única que pisa firme en esta realidad es ella, en calma, sosteniendo la dualidad con la fiereza de quien sabe habitarla.

Y entonces comienzo a mirarme en ella. Este mes mi corazón también ha estado abierto, sacudido no por un amor, sino por la vida misma. Como en el lienzo, me veo de pie, obligada a sostener los extremos de mi historia: la niña que fui y los golpes de la adultez que se sienten como espadas atravesándome. También sangro, aunque mi rostro se muestre sereno.

Ese corazón enorme, anclado al mar, es testigo del viaje recorrido y de las heridas que quedaron. Y en él reconozco el mío, arrastrando un hilo rojo hacia un mar interior que no alcanzo a contener. Aun así, sigo en pie. Esa es la lección que hoy me regala Frida: la potencia de habitar el desgarro con calma.

Aguante Frida Kahlo. No el ícono pop, sino la mujer real, profunda, que atravesó dolores capaces de quebrar a cualquiera. Convertir un accidente devastador en una obra que seguimos estudiando y admirando hoy es, simplemente, extraordinario.

Por eso resuena este cuadro ahora. Porque en medio de mis propios sacudones necesito recordarme que el dolor también puede transformarse en trazo, en color, en palabra. Que incluso con el pecho abierto sigo aquí, con los pies firmes en mi realidad. Y que si eso no es inspirador, no sé qué lo sea.

Frida Kahlo, 1937